Cuando ponemos nuestra fe en Cristo como nuestro Salvador, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros. Ese es el momento de la salvación, cuando nos convertimos en nueva creación. Sin embargo, hasta que cese la vida en este cuerpo terrenal, habrá guerra continua entre los nuevos y los viejos patrones de conducta.
Para llevarnos a la victoria, el Señor puede permitir dificultades que nos causen quebrantamiento. Su propósito es liberarnos de nuestra vieja "carne", para que podamos experimentar la plenitud de Cristo.