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El destino final es el cielo
La Biblia es clara cuando dice que los que ponen su fe en Jesús como su Salvador personal, vivirán eternamente junto a Él.
El Nuevo Testamento contiene alrededor de 200 referencias del cielo, la mayoría de las cuales proceden de las enseñanzas del Señor mismo. Obviamente, el tema era muy importante para nuestro Señor.
¿Por qué,
entonces, no hablamos más a menudo del cielo? Lamentablemente,
una de las razones por las que ignoramos el tema, es porque
simplemente nos sentimos demasiado satisfechos aquí en la Tierra. Tal
vez pensamos que estamos bastante bien, ya sea por tener una familia,
un trabajo o una casa. Rodeados de tanta comodidad, puede parecernos
difícil imaginar que haya un lugar mejor.
Las
personas que tienen una vida menos cómoda captan el concepto de cielo
con mayor facilidad. Las personas que viven padeciendo necesidades, se
aferran a la idea de que la vida más allá de la Tierra proveerá todo
aquello de lo que carecen actualmente.
Casi
nunca es nuestra desesperación lo que hace que sea difícil de imaginar
nuestro hogar celestial. Más bien, son nuestros éxitos los que muchas
veces constituyen el obstáculo más grande para desear el hogar eterno
al que verdaderamente pertenecemos. Podemos estar tan entretenidos por
las cosas terrenales, que nos volvemos ciegos a la realidad espiritual
de la vida eterna. ¿Por qué no pensamos más en el cielo? Simplemente,
porque muchos de nosotros no queremos ir allá todavía.
¿Qué
cosas pueden estar obstruyendo la visión de su hogar celestial? Jesús
nos precedió para preparar nuestra morada eterna, ¿y quién sabe mejor
que nuestro Creador cómo arreglar un lugar a nuestro gusto? No permita
que nada oscurezca su visión del hogar maravilloso que le espera.
JUAN 14.1-3
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